Según un estudio que acaba de ser publicado en la revista Nature, la tecnología de resistencia a insectos del algodón transgénico tipo Bt permanece plenamente activa tras casi diez años de uso, sin que haya aparecido resistencia en los insectos que son plaga del cultivo, ni se haya producido aumentos en la incidencia de ataques de la principal plaga, el gusano rosado, sino todo lo contrario.
Cuando se introdujo el cultivo comercial algodón Bt en EEUU en 1996, algunos predijeron que los insectos evolucionarían haciéndose resistentes a la toxina Bt, igual que ha sucedido en ocasiones con las aplicaciones de determinados insecticidas, cuando éstas eran muy extendidas y repetitivas.
Una de las razones a las que se atribuye la no aparición de resistencias es la política de gestión de los cultivos, dejando un porcentaje de cultivo refugio de al menos un 5% de algodón no Bt.
Las variedades Bt, que actualmente suponen en EEUU alrededor del 80%, son aquellas que están transformadas con un gen de Bacillus thuringensis (Bt) que hace que sean resistentes a las plagas, especialmente a los que devoran la cápsula por dentro (gusanos o rosquillas), suponiendo una protección continua y un considerable menos uso de pesticidas.
La toxina Bt está considerada como un insecticida natural y de muy baja toxicidad (AAA) y aplicada en pulverización es uno de los insecticidas admitidos por la agricultura denominada, biológica, orgánica o ecológica. Hasta ahora no se conocen resistencias al Bt desarrolladas por los cultivos transgénicos Bt, pero sí por el uso de la toxina en pulverización en el caso de polilla o rasquiña de las crucíferas (Plutella Xyllostella). Es evidente que esta resistencia proviene de las pulverizaciones, ya que no existen plantas Bt comerciales de crucíferas.
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