Científicos de la Universidad de Idaho han obtenido por métodos de ingeniería genética plantas de patata transformada genéticamente de la propia especie Solanum tuberosum, de forma que se silencian determinados genes que codifican tres enzimas relacionadas con el metabolismo del tubérculo (polifenol oxidasa, y dos fosforilasas). El resultado es que esta patata contiene al freírse una tercera parte de acrilamida que las patatas convencionales y que además tiene mejores cualidades organolépticas., según un panel de evaluación sensorial.
La acrilamida es una substancia considerada cancerígena que se produce de forma natural al someter alimentos ricos en carbohidratos a altas temperaturas, como es el caso de las patatas fritas o el pan. Se estima que el consumo de patatas fritas supone por término medio un 16% de la ingestión de acrilamida en EEUU.
Además estas patatas tienen una mejor conservación y almacenamiento que las convencionales, con una mayor resistencia a las manchas por golpes y magulladuras (spot brising) y a la descomposición de la fécula en azúcar que se induce por el frío.
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