El responsable de programas de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular (CBM), dependiente de la Universidad Autónoma de Madrid, profesor José Antonio López, asegura en referencia a los cultivos transgénicos que “estamos condenados a utilizar la tecnología si queremos alimentarnos todos”, debido al “aumento masivo de población” que experimenta el planeta, y se mostró esperanzado con estos avances ya que, por ejemplo, actualmente “nadie se plantea una sociedad sin fármacos recombinantes” como la insulina para diabéticos, procedente de la ingeniería genética.
López pronuncia el 8 de noviembre, el seminario-coloquio titulado Transgénesis y células madre: de la polémica a la esperanza, en la Facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid. En ella, repasará la historia de estas dos aplicaciones, y abordará los procesos estandarizados y las nuevas técnicas que actualmente se emplean en cada una de estas nuevas tecnologías. Así, explicó que en la actualidad existen programas de modificación genética con ratones para estudiar “modelos de enfermedades humanas” y sus futuras soluciones. Además, citó las “granjas farmacéuticas” en las que, por ejemplo, se puede obtener leche enriquecida con medicamentos, destinada a fines terapéuticos.
En cuanto a la realidad de los alimentos modificados genéticamente, el responsable de Cultura del CBM sostiene que existe una polémica ya que, por una parte, “hablamos del hambre en el mundo, y de la avitaminosis” pero, por otra parte, “se impiden los tratamientos con el arroz dorado”, enriquecido con betacaroteno para paliar la carencia de vitamina A en la población de los países subdesarrollados. López asegura que, con más de 400 millones de hectáreas de transgénicos sembradas en el mundo, “no hay documentada ninguna catástrofe” relacionada con su origen modificado genéticamente.
Destacó asimismo la posibilidad de obtener vacunas a través de las plantas y lamentó, en referencia a la expresión “organismo manipulado genéticamente”, la connotación negativa que existe en torno a la palabra “manipulado”, asociada, según López, al término “deteriorado”, cuando en realidad significa simplemente “modificado”. Subraya la importancia de “aumentar la difusión científica” en torno a las investigaciones como cauce de información al que acceda el consumidor, para que sea éste quien “pueda valorar, por sí mismo y con la información de los científicos”, si le interesan o no los productos transgénicos.
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