Australia está a punto de comenzar a producir su propia vacuna contra la fiebre aftosa (FA) a nivel nacional tras el éxito de las primeras pruebas en bovinos, que han sido posibles gracias a la colaboración internacional entre la empresa estadounidense Tiba BioTech y el gobierno australiano de Nueva Gales del Sur (NSW). Un estudio realizado en el Instituto Friedrich Loeffler (FLI) de Alemania demostró que todos los animales vacunados quedaron completamente protegidos frente al virus, sin signos de diseminación viral ni efectos adversos.
En la sede de FLI en la isla de Riems, se ha demostrado que dos vacunaciones con cuatro semanas de diferencia protegen completamente al ganado contra la enfermedad clínica. Además, la excreción del virus en el ganado infectado tras la vacunación se redujo tan significativamente que es improbable que pueda infectar a otros animales.
A diferencia de las vacunas tradicionales contra la FA , que requieren el cultivo de grandes cantidades de virus bajo estrictas normas de seguridad, las vacunas de ARNm pueden producirse sin requisitos especiales de bioseguridad. Además, se elimina la compleja purificación de antígenos, necesaria para la diferenciación serológica entre animales vacunados e infectados en las vacunas tradicionales.
La fiebre aftosa sigue siendo una amenaza de alcance global, con brotes recientes en Europa y circulación endémica en África, Asia y Oriente Medio. La Oficina Australiana de Economía y Ciencias Agrícolas y de los Recursos (ABARES) estima que una incursión del virus podría provocar pérdidas de hasta 80.000 M$ australianos. Desde la interprofesional australiana de carnes (MLA) se subraya que la proximidad de países afectados convierte a esta enfermedad en un riesgo de bioseguridad prioritario para la industria ganadera australiana.
Una de las innovaciones clave de este desarrollo es la plataforma patentada RNABL de Tiba, que genera nanopartículas biodegradables capaces de transportar la carga inmunoactiva de ARN y degradarse de manera natural. A diferencia de otras vacunas de ARNm, esta tecnología permite almacenar el producto en condiciones de refrigeración estándar y conservarlo hasta un mes a temperatura ambiente, lo que supone una ventaja crucial para su aplicación en ganadería.
Antes de su uso comercial, la vacuna deberá superar un exhaustivo proceso de evaluación y aprobación por parte de los organismos reguladores de salud animal en Australia.
La vacuna ha sido desarrollada en el marco de una colaboración internacional que incluye al Instituto Agrícola Elizabeth Macarthur, el Instituto RNA de la Universidad de Nueva Gales del Sur, el Departamento de Industrias Primarias y Desarrollo Regional de Nueva Gales del Sur (DPIRD) y Meat & Livestock Australia (MLA). También cuenta con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates y del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá.
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