Los días 22, 23 y 24 tendrá lugar en Bruselas un crucial Consejo de Ministros de Agricultura de la UE en el que se espera alcanzar un compromiso político sobre la Reforma de la Organización Común de mercado (OCM) del Azúcar. La presidencia británica y la Comisión han lanzado las negociaciones para que en este Consejo se produzca una decisión que puede ser definitiva.

Algunos países, los más eficientes en la producción (Francia, Alemania y Reino Unido principalmente) y los que no tienen producción de azúcar, apoyan la propuesta de la Comisión, que básicamente consiste en una reducción drástica de precios, e incentivos al abandono de los menos competitivos.

España está en una incómoda situación intermedia, no siendo capaz de continuar la producción a los precios que propone la Comisión de 25 €/tn de remolacha, pero que podría mantener una parte importante si el precio final resultante fuera algo mayor. Los países menos eficientes, que en cualquier caso se verán abocados a la desaparición de su producción, aspiran por otro lado a mayores compensaciones.

La reforma del azúcar supondrá en cualquier caso una situación mucho peor que la actual. La incógnita para España está en conocer si esta reforma permitirá que se mantenga la producción de remolacha y azúcar, y en que medida.

La propuesta de la Comisión se basa en que los compromisos internacionales actuales y venideros hacen imprescindible reducir la producción de azúcar de la UE de forma substancial, para lo que se propone una gran reducción de precios institucionales, superior al 40%.

El problema básico que plantea la propuesta es la incongruencia entre que el criterio básico sea la competitividad interna, mientras que se plantea a la vez el mantenimiento de un proteccionismo externo (mantenimiento del sistema de cuotas, aranceles etc.).

Para los países que se ven condenados a desaparecer es difícil aceptar que además tengan que verse obligados a comprar el azúcar caro de los otros países comunitarios que les empujan a eliminar su cultivo y su industria, que por muy eficientes que sean no lo son frente a los países terceros.