El hecho de que las gallinas se piquen unas a otras suele producirse en las explotaciones, de forma relativamente habitual. Este comportamiento suele originarse por exceso de densidad de aves o por lucha por la comida. No obstante, científicos suecos han comprobado que el color de las plumas influye en que unas aves sean más propensas a ser víctimas de los picotazos. El estudio en cuestión, que ha sido publicado esta semana en la revista Nature, ha puesto de manifiesto que las de plumas blancas son menos susceptibles a ser picadas.
El profesor Per Jensen, de la Universidad de Linköping y el profesor Leif Andersson de la Universidad de Uppsala han estado, durante años, codificando los genes para diferentes comportamientos de las aves. Han cruzado gallina Bankiva (Red Jungle Fowl) con las gallinas ponedoras y han producido más de 1.000 aves, a las que se les ha analizado el ADN con la ayuda de marcadores genéticos. Este análisis se ha relacionado con diferentes comportamientos de las aves. Uno de los estudiados ha sido la predisposición a ser picadas por otras aves. En este caso se ha registrado la condición del plumaje, cuantificando las partes del cuerpo que estaban sin plumas.
Del análisis genético se ha visto que la condición del plumaje estaba relacionada con un determinado gen del cromosoma 28. Este gen, llamado PMEL17, a su vez controla la pigmentación de las plumas. En las gallinas domésticas blancas, un gen dominante inhibe la pigmentación de las plumas. En las aves cruzadas, que reciben un gen recesivo de cada ascendiente, las plumas tienen color. Estas aves son mucho más susceptibles a ser picadas que las blancas.
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