16.10.06. El libro “El fin del hambre en 2025. Un desafío para nuestra generación”, es el “fruto de un trabajo profesional y de investigación aplicada”, que se ha realizado durante los últimos años en el Departamento de Proyectos y Planificación Rural de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid. Coordinada por Ignacio Trueba, catedrático de la UPM, consultor de Naciones Unidas, y anterior representante permanente de España ante la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la publicación cuenta con la participación de 38 expertos en la materia, que presentan en este libro una propuesta para erradicar el hambre en 2025.
• Explican en el libro “El fin del hambre en 2025”, que la prioridad en los países del Tercer Mundo es erradicar el hambre y, a partir de ahí, se pueden conseguir otros objetivos, los denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio, como son salud, higiene, agua potable,…
En efecto, no se puede combatir el hambre de una manera sostenible dando de comer nada más. Uno puede estar alimentado y nutrido si le dan de comer todos los días. Eso significa ayuda alimentaria. Sin embargo lo que nosotros proponemos con este proyecto es que los alimentos se produzcan en las zonas donde están los hambrientos, con su aportación y gestión personal, con sus conocimientos, su ideología, idiosincrasia, y buscando el fortalecimiento de las comunidades locales. El hambre, de una manera sostenible, no se resuelve sólo con la nutrición, sino que simultáneamente, y ahí está el asunto, debe acompañarse de un suministro seguro de agua potable, educación, higiene, salud, y el prioritario papel de la mujer. Y un último componente son las pequeñas explotaciones agrarias, ya que el 75% del hambre y la pobreza en el mundo se encuentran en el ámbito rural.
• Destacan en este sentido dos capítulos que se incluyen en la publicación: uno dedicado al decisivo papel de la mujer en el desarrollo, y otro dedicado a Las Hurdes, un ejemplo de proyecto integral de desarrollo en zonas rurales.
¿Podría resumir brevemente ambos temas?
Respecto al primero, creo que el papel de la mujer en estos países en vías de desarrollo es fundamental. Lo es porque la mujer es la que organiza, como centro y eje de la vida, y la que aporta humanidad a todo este sistema. Esa humanidad se manifiesta en una correcta administración de los pocos alimentos que existen en su hogar. La mujer está pensando continuamente en que tiene que alimentar a toda una familia todos los días en función de lo que tiene a su alcance, pero cada día lo que tiene a su alcance varía y es distinto. Por otra parte la mujer hace un gran esfuerzo de imaginación vinculando esta actividad al respeto por la Naturaleza. Es decir, en esas pequeñas explotaciones agrarias, todo es un tesoro: el suelo, el agua, las pequeñas semillas, los frutos, las hortalizas, los vegetales, etc. La mujer, dentro del concepto de desarrollo sostenible, puede jugar un papel muy importante. En segundo lugar, todo lo que esté relacionado con los procesos educativos de la mujer tiene una trascendencia inmensa a la hora de corregir el hambre en el mundo. De hecho, la mejora del nivel de educación de la mujer tiene una influencia decisiva en la reducción de la tasa de desnutrición de la familia. Sirve como síntesis el lema que la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, utiliza para el Día Mundial de la Alimentación: “La mujer nutre al mundo”.
En cuanto a Las Hurdes, tuve la experiencia de trabajar seis años, de 1974 a 1980, en este programa de desarrollo rural integrado. En un proceso de este tipo son muy importantes la nutrición y la alimentación. Pero existen otras cosas que también son fundamentales, como la educación, la sanidad, el suministro de agua potable, la accesibilidad por carretera y caminos, el acceso al mercado, así como los aspectos energéticos, íntimamente vinculados al transporte. Lo que se hizo en Las Hurdes fue resolver todos esos problemas simultáneamente. Es decir, se hizo una actuación “en paquete”, pluridisciplinar. Y eso es importante, porque si no se realiza una acción coordinada, nos encontramos con un “parche”, y lo que nosotros buscamos son soluciones efectivas para este siglo. Por ejemplo, lo que se promovía en aquellos tiempos era el desarrollo de los productos típicos de la zona, como la miel, el polen, las hortalizas, o el cabrito. Para mí ha sido una gran satisfacción que, 25 años después de promover la constitución de cooperativas para la comercialización de esos productos, he podido ver el polen y la miel de Las Hurdes en un economato internacional de la FAO, donde compran personas de 180 países. Esto supone para mí una referencia. Al igual que esta zona ha cambiado en 25 años, yo estoy seguro que si se quiere en 20 años se puede acabar con el problema del hambre en el mundo. Es una referencia personal que a mí me anima a tener la esperanza de que esto se puede solucionar.
• Las acciones políticas que se llevan a cabo, tanto nacionales como internacionales, son muy importantes. En el libro se cita el ejemplo de Brasil….
Nosotros hemos tenido el honor de que José Graziano da Silva, mentor del programa Fome Cero de Brasil y actual director regional de la FAO para América Latina, haya escrito un capítulo para nosotros. La política es fundamental, y lo que tiene que haber es un compromiso serio de actuación de los gobiernos, tanto de los países en vías de desarrollo como de los países desarrollados, para terminar con el hambre. Y destacaría otra cosa importante: la humanidad en los pobres y los hambrientos. Es importante que las personas del Tercer Mundo tengan la oportunidad de tener iniciativas, liderazgo, capacidad de organización, capacidad de realizarse; que participen y se comprometan en la propuesta, ejecución y evaluación de soluciones. Que tengan no sólo capacidad de protesta y de iniciativa, sino también capacidad de juicio para evaluar lo que han hecho.
Sin embargo, existe un capítulo en el libro que se titula Ayuda Oficial al Desarrollo, que refleja la realidad y que yo considero escandaloso. En 1960, cuando la Ayuda Oficial estaba establecida en el 0,5% del PIB, hubo una propuesta internacional para incrementarla hasta el 0,7% en 1975. Después de muchos años, en 1997 la Ayuda era del 0,22%. En la Conferencia de Monterrey celebrada en 2002 se acordó volver al 0,5% en 2010 y al 0,7% en 2015. Es decir, lo que se estaba proponiendo era que en el año 2010 hubiera el mismo porcentaje de participación que había en 1960, 50 años antes.
• Recogen en la publicación la disyuntiva existente en los países desarrollados entre Comercio y Ayuda. Afirman que los países de prioridad 1 del mapa que han elaborado, necesitan realmente ayuda, y no les basta con el acceso al comercio.
Efectivamente, los países de prioridad 1 y de prioridad 2 necesitan ayuda. Es como si estuviesen en un pozo bastante profundo, y ahí abajo se están ahogando. Alguien tiene la escalera, la escalera de desarrollo como la denomina Jeffrey Sachs, director del Instituto de Estudios de la Tierra de la Universidad de Columbia. La escalera de desarrollo no llega hasta el agua: necesitan un empujoncito para llegar al primer peldaño del desarrollo. Y cuando están en ese primer peldaño pueden empezar ellos a subir un poco, al principio con más ayuda, luego cada vez con menos. Es el caso de países como Malawi, Burundi, o Ruanda. Eso no impide que haya países en vías de desarrollo, como India y China, que ya están en la escalera y a los que unas buenas condiciones mercantiles les beneficiarían.
• Además de las acciones políticas, resulta fundamental la sensibilidad social y el compromiso, tanto colectivo como individual.
Puedo decir que en la Universidad Politécnica de Madrid he encontrado mucha humanidad. El carácter pluridisciplinar se encuentra especialmente en una universidad como la UPM, al contar con expertos energéticos, expertos en infraestructuras, en biotecnología, gestión adecuada de los recursos naturales, conservación de suelos, gestión del agua, laboreo sostenible, etc. Pero también es muy importante que haya un compromiso humano. Un componente de participación, de respeto a las iniciativas de esas otras personas, respeto a la cultura indígena, a sus propuestas de soluciones, al sistema de organización, etc. La ingeniería más difícil que hay consiste en incorporar las tecnologías más avanzadas con los procedimientos de la cultura indígena. No puede haber una invasión, sino una convivencia de ambas tecnologías.
Por otra parte, es un compromiso personal, desde el cual podemos hacer mucho. Lo que hace falta es una acción coordinada, mantenida y sostenible, llamando a la responsabilidad de todos. No puede ser que 6 millones de niños de menos de 5 años se mueran todos los años. No puede ser que se muera una persona cada 4 segundos por hambre, cuando hoy tenemos la tecnología, los recursos, las oportunidades, etc. Yo creo que sería una vergüenza para nuestra generación que no se resolviera este problema, y en eso estamos trabajando.
• ¿Qué otros proyectos, en esta línea, tienen en perspectiva?
Nosotros formamos parte de un Grupo de Cooperación de la Universidad Politécnica de Madrid, vinculado al desarrollo sostenible de las áreas rurales. Yo tengo la inquietud de realizar un proyecto denominado “Las Aldeas del Milenio”. En definitiva, consiste en buscar núcleos de población o comunidades de unas 5 mil personas en los países donde hay hambre y pobreza, y actuar allí de la manera sostenible y pluridisciplinar que he descrito. Esas acciones serán similares a lo que llevamos a cabo en Las Hurdes. Por tanto, contamos con una experiencia para hacerlo, pero ahora tenemos más medios, más recursos, y más información. Mi preocupación es que el proyecto tenga mayor protagonismo local, mayor participación de los pobres y los hambrientos: que tenga rostro humano. La universidad tiene que tener una participación activa en la sociedad para resolver los problemas más graves de la humanidad. Hay mucho que hacer y mucho en lo que trabajar, y lo importante es creer en lo que se está trabajando.
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