El científico Philip Moore del Servicio Agrario de EEUU lleva 20 años estudiando las propiedades del aluminio, en forma de sulfato de aluminio, para reducir el mal olor de las explotaciones avícolas. El sulfato de aluminio aplicado a la basura de los pollos reduce en un 70% los niveles de amoníaco en las explotaciones avícolas, mejorando de esta forma, no solo el olor de las explotaciones, sino las condiciones sanitarias de las aves y los trabajadores, debido a los problemas respiratorios que produce el amoníaco.
Este efecto se consigue porque el sulfato de aluminio reduce el pH de la basura de los pollos, durante las 3 -4 primeras semanas de vida de los pollitos. Este menor pH provoca una reducción de la evaporación del amoníaco.
Moore observó que el aluminio, en forma de sulfato de aluminio era capaz de combinarse con el fósforo de las deyecciones de las aves, impidiendo que el fósforo pueda escaparse a las aguas subterráneas cuando las deyecciones se aplican en los campos. La pérdida de fósforo se podía reducir entre un 75 a un 87%.
También se ha observado que el sulfato de aluminio reduce la pérdida de metales pesados, tales como el arsénico, cobre y zinc. La reducción llega a un 40-50%. También evita la pérdida de los estrógenos que contienen las deyecciones, consiguiendo una reducción de un 42%.
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