Según un artículo del profesor Tony Mitchel de la Universidad de Canberra (Australia) publicado en la revista médica The Lancet, reducir el consumo mundial de carne debería ser un objetivo político internacional, siendo realista alcanzar una reducción del 10% de este consumo.
El consumo de carne tiene un importante efecto invernadero, debido a que la cabaña ganadera supone importante emisiones de gases, evaluado en la quinta parte del total. Además existen en el mundo desarrollado numerosos efectos nocivos sobre la salud derivados de un elevado consumo de carnes rojas. Por otro lado, la cabaña ganadera mundial es la principal consumidora de cereales, causante de la actual situación de altos precios.
El consumo medio mundial de carne es actualmente de 100 gramos por persona y año, pero con una diferencia de diez veces entre las poblaciones de alto consumo y las de bajo consumo. Un objetivo razonable que el autor estima posible sería el de una media de 90 granos diarios, con no más de 50 gramos procedente de carne de rumiantes.
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