En un reciente estudio se ha determinado la existencia en el cerebro de un reloj biológico relacionado con la alimentación, que se superpone al ritmo relacionado con la luz solar que sirve como reloj principal del organismo de los animales.
Este reloj relacionado con la comida ayuda a explicar como los animales adaptan sus ritmos vitales para prevenir el hambre y sugiere que ajustar los hábitos de las comidas puede ayudar a adaptarse a los cambios horarios, como los derivados de trasnochar o de los vuelos intercontinentales.
Para los mamíferos encontrar alimento de forma diaria y regular es una tarea crítica de la que depende su subsistencia. El reloj biológico normal, basado en los ciclos de luz y oscuridad, funciona de forma regular cuando hay comida disponible. Sin embargo, cuando hay escasez de alimentos durante el periodo de vigilia, los animales necesitan readaptarse a alimentarse en periodos que normalmente estarían dormidos, maximizando sus oportunidades de conseguir comida. El estudio se ha realizado con ratones con un gen del ritmo alimentario desactivado, que se podía reactivar mediante un vector viral
El estudio sugiere que una manera para mejor adaptarse a un vuelo de por ejemplo EE.UU. a Japón con 11 horas de diferencia horaria es evitar comer en el vuelo con los hábitos horarios del sitio de partida y comer en cuanto se llegue al destino con los horarios del sitio de llegada.
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