Un elevado porcentaje de los operarios que trabajan en la industria cárnica británica son víctimas de abusos laborales, tanto verbales como físicos. Además, carecen de las adecuadas medidas de seguridad, en especial, en el caso de obreras embarazadas. Muchos de los trabajadores tienen escasos conocimientos de sus derechos y miedo a que si dicen algo sean despedidos. Los más afectados por esta precaria situación son los obreros inmigrantes y también, los británicos contratados por agencias de empleo. Así lo ha puesto de manifiesto una investigación realizada por la Comisión de los Derechos Humanos y de la Igualdad (EHRC por sus siglas en inglés) del Reino Unido. Se trata de un órgano público no departamental creado en 2007, esponsorizada por la Oficina de Igualdad del Gobierno.
La investigación se inició en octubre de 2008, con el fin de examinar las prácticas de empleo y contratación que se aplicaban en el sector de la industria cárnica y para identificar las diferencias de salarios y condiciones laborales entre los trabajadores permanentes o directamente contratados por la industria y los trabajadores contratados por agencias de empleo temporal.
Un tercio de los trabajadores permanentes y unos dos tercios de los trabajadores de agencia que trabajan en la industria cárnica eran inmigrantes. En una de las 6 industrias investigadas, la totalidad de los operarios de la agencia de empleo temporal contratados durante los 12 meses anteriores era inmigrante. El motivo sueles ser que los trabajadores británicos suelen rechazar estos empleos de trabajo duro y mal pagados.
Más de 8 de cada 10 de los 260 trabajadores encuestados respondieron que los jefes trataban peor a los obreros de agencia que a los directamente contratados por la industria. Siete de cada 10 pensaban que recibían peor trato por su raza o nacionalidad.
Un quinto de los trabajadores encuestados reconocieron haber sufridos, empujones, patadas o recibir cosas arrojadas por parte de los superiores. Un tercio reconocieron haber sufrido o presenciado abuso verbal de manera diaria. Los trabajadores también informaron de habérseles negado permiso para ir al baño y haberse orinado encima. Un cuarto de los encuestados reconocieron haber presenciado maltrato a las mujeres embarazadas, como el despido inmediato al conocer la noticia del embarazo o mantenerlas haciendo el mismo trabajo pesado o de largas horas de pie que hacían antes.
Un tercio de los trabajadores que han sufrido maltrato no se han quejado por miedo a ser despedidos.
El informe de la investigación puede consultarse en:


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