Las autoridades alemanas se están dando prisa para descartar las explotaciones donde no se han consumido piensos contaminados con dioxinas y volver a restablecer la calma, tanto entre los ganaderos como entre los consumidores. Ayer, 3.000 de las 4.700 explotaciones alemanas que estaban bloqueadas recibieron permiso para volver a abrir. Las granjas estaban inmovilizadas ante la sospecha de que hubieran podido recibir piensos contaminados de alguna de las 25 fábricas de alimentos para los animales que recibieron grasas para pienso contaminadas con dioxinas.
La mayor parte de las explotaciones sospechosas eran de gallina de puesta y de carne de broiler y esta crisis está empezando a afectar al consumo. Según una encuesta publicada por la revista germana Bild am Sonntag, uno de 4 alemanes prefieren no comer huevos por ahora.
La contaminación se produjo cuando unos ácidos grasos, obtenidos por una fábrica de biodiésel y que estaban destinados a usos industriales (como la fabricación de papel), se mezclaron con grasa vegetal destinada a la fabricación de piensos. Se desconoce por qué se contaminaron los ácidos grasos con las dioxinas y por qué se mezclaron con las grasas vegetales (cuando no era su fin) en la empresa alemana Harles & Jentzsch, dedica a la fabricación de grasas para piensos y que está situada en Uetersen, al norte del país.
Todos los piensos potencialmente contaminados se han comercializado en Alemania. Las producciones ganaderas también se han vendido en Alemania, algunos huevos y ovoproductos vendidos en Holanda y en el Reino Unido.
En la primavera de 1999 se produjo la primera gran crisis de las dioxinas en la UE. En una fábrica de piensos belga se produjo una contaminación con dioxinas. Los piensos contaminadas se distribuyeron a unas 2.560 explotaciones, de las el 80% correspondían a Bélgica y el resto estaban repartidas entre Holanda, Francia y Alemania.
A principios de 2002, Bélgica volvió a ser noticia por las dioxinas. Cinco granjas de pollo recibieron piensos contaminados por dioxinas.
A finales de 2008, el sector porcino irlandés fue protagonista de una nueva crisis de las dioxinas, cuando en una fábrica de piensos se produjo una contaminación con dioxinas en alimentos para cerdos.
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