La delegación belga pidió ayer en el Consejo de Ministros de la UE que se estudiaran posibles mecanismos para que el sector porcino comunitario pudiera hacer frente a la actual situación de bajos precios de la carne y de altos costes de producción, sujetos a la volatilidad de los precios de los cereales. No obstante, esta propuesta no avanzó mucho. Una gran mayoría de países, junto con la Comisión, fueron de la opinión de que éste era un tema a tratar en el Grupo Consultivo ampliado de Porcino de la UE.
Además, se señaló que la preocupación por la volatilidad del precio de las materias primas ya se había recogido en las conclusiones de la Presidencia sobre el futuro de la PAC. También se mencionó que este tema era una de las prioridades del G-20, que ha había promovido la presidencia francesa y que estaba ya trabajando en él. De hecho, los ministros de agricultura del G-20 tienen previsto reunirse en junio en Paris para buscar soluciones.
El Grupo Consultivo ampliado de Porcino de la UE surgió tras la celebración de un Día de Reflexión sobre el porcino, en diciembre pasado, organizado por la Presidencia belga. Desde entonces, se han mantenido dos reuniones y está previsto celebrar una tercera y última, el próximo día 6 de mayo. En dichas reuniones se ha debatido la problemática del sector, haciendo especial hincapié en el elevado precio de la alimentación y en las maneras de poder abaratarlo.
En este sentido se ha discutido el levantamiento de la prohibición de las proteínas animales procesada (PAP) en el caso de monogástricos, realizar un plan de fomento de las proteínas, dar una solución técnica a la tolerancia cero (ya propuesto por la Comisión), regular las relaciones contractuales (como ya se ha propuesto en el sector lácteo) e introducir mecanismos que puedan limitar la variación de los precios de los piensos.
En relación con el mercado del porcino se han comentado herramientas de gestión de mercado (restituciones, almacenamiento privado), ayudas directas en el caso de crisis grave, seguros de rentas y observatorios de precios y costes.
En cuanto a la política comercial comunitaria se ha discutido que no use el sector agrario como moneda de cambio y que vele porque las importaciones de porcino cumplan los mismos estándares que la producción comunitaria en cuanto a alimentación, sanidad, bienestar y medio ambiente. En este sentido también se ha debatido que las normas que se imponen a la producción comunitaria deberían estar más vinculadas con el impacto económico que generan y con la situación demarcado en la que tienen que aplicarse.




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