Los cereales de invierno en Andalucía tienen un desarrollo vegetativo adelantado para la época del año en la que estamos, como consecuencia de las suaves temperaturas del invierno. La mayoría están ya encañados, con portes de 40-50 cm de alto. Algunos están ya incluso espigando. Si bien es solo una pequeña proporción, en torno a un 5%, que corresponde a siembras tempranas y variedades de ciclos más cortos, señala José Vázquez, Técnico de Cultivos Herbáceos y de Olivar de ASAJA Sevilla en declaraciones a Agrodigital.com.
Los cereales de secano se encuentran algo mejor de lo esperado, a pesar de que en las últimas semanas apenas ha llovido. El motivo, apunta Vázquez, ha sido la «blandura nocturna», que les ha proporcionado la suficiente humedad para mantenerse. No obstante, a partir de ahora, la situación empieza a ser muy preocupante. No hay previsión de que llueva en las próximas dos semanas, por lo que el cultivo empezaría a perder kilos.

Ahora se puede hablar de que la actual cosecha es una cosecha media. El agricultor ha apostado por el cultivo, pensando en que la situación mejore, por lo que ha hecho todos los tratamientos y abonados necesarios. Sin embargo, si no llueve en 2 semanas, la cosecha pasaría a ser media-baja y si la situación de déficit hídrico perdura, empezarían a aparecer los primeros rodales amarillos y se podría hablar de daños significativos y de una cosecha baja.
En cuanto al girasol, este año las siembras se han hecho antes de lo habitual, para aprovechar la humedad del suelo. La mayoría ya está sembrado y nacido. Se esperan una superficie sembrada similar a las del año pasado (204.000 ha, con descensos en secano compensados por aumentos en regadío). Un 60% de las siembras son de girasol alto oleico, el cual, va ganando superficie cada año, ya que los avances tecnológicos están igualando los rendimientos de este tipo de girasol con los del convencional, mientras que los precios son más altos en el primero. La campaña pasada hubo un diferencial de más de 100 €/t entre uno y otro.
En regadío, el agricultor, previendo las restricciones en los riegos, ha apostado por reducir las superficies sembradas de maíz y algodón, que son más exigentes en agua, a favor de cereales y girasol, concluye Vázquez.
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