El pasado 22 de octubre hubo una multitudinaria manifestación en Francia, convocada por la FNSEA y JA, en la que los agricultores franceses protestaban porque no querían que la agricultura fuera la cabeza de turco de los acuerdos comerciales (como el CETA con Canadá o el acuerdo con Mercosur), de las venganzas de otros países por los paneles perdidos contra la UE frente a la OMC (como los aranceles de Trump) o de las promesas electoralistas, sin base científica, como el establecimiento de áreas sin tratamiento de pesticidas.

Los manifestantes le pidieron a su Presidente de la República, Emmanuel Macron, que diera una respuesta a los agricultores ante sus quejas. La misma tarde de la manifestación, Macron les contestó con las siguientes declaraciones públicas: «Quiero decir a nuestros agricultores, como parte de este movimiento: estoy con ellos, porque somos un gran país de agricultura y quiero que sigamos siéndolo….Porque nuestro país, incluidos sus paisajes, su biodiversidad, sus equilibrios, necesita a los agricultores, porque quiero que seamos soberanos de los alimentos «.

Seguramente, los agricultores franceses no se quedaron muy contentos con semejante respuesta.