Las ciudades de París, Lille, Nantes, Grenoble y Clermont-Ferrand han anunciado que prohibirán los pesticidas en su territorio. Otras ciudades más pequeñas y pueblos han hecho anuncios similares en los últimos meses, como es el caso de Langouët (Ille y Vilaine), Puy-Saint-André (Altos Alpes), Villeneuve-d’Ascq (Norte), Antonio (Altos del Sena) ), Murles (Hérault) y Saint-Genis-Pouilly (Ain), entre otros, así como el departamento de Val-de-Marne.

Se trata de una acción, en gran medida simbólica, ya que la normativa francesa ya prohíbe desde 2017, el uso de productos químicos para mantener espacios verdes y carreteras. La misma prohibición se aplica desde enero a personas y jardineros domésticos, que solo pueden usar productos fitosanitarios de origen natural.

Este anuncio también se ha considerado como una manera de presionar al Gobierno, ya que en estos momentos hay una gran controversia en Francia por las distancias mínimas de aplicación de fitosanitarios que la administración francesa quiere aplicar.

Actualmente, está abierta una consulta sobre un decreto y una orden que fijarían las distancias mínimas que tendría que haber entre las zonas de aplicación de pesticidas y las zonas residenciales. Estas distancias serían:

     – Mínimo de 10 m para esparcir las sustancias más peligrosas;

     – Para otros productos fitosanitarios, se mantendrían los 10 m mínimo para cultivos altos (viticultura, arboricultura en particular), pero se reduciría a 5 m mínimo para cultivos bajos (cereales, por ejemplo).

     También se permitiría la posibilidad de reducir estas distancias mínimas según los acuerdos a los que se llegaran entre agricultores, residentes locales y funcionarios electos. No obstante, las distancias mínimas no podrían ser menores de 3 m para cultivos bajos y viticultura, ni de 5 m para otros cultivos, siempre que se utilice el equipo de pulverización más eficiente para el medio ambiente.