La Asamblea Nacional francesa dio su voto unánime contra el desperdicio alimentario la pasada semana. A primeros de mayo ya lo había hecho el Senado francés. El objetivo es valorizar los alimentos que no vendidos por la distribución para destinarlos a alimentación, piensos, abonos o biogás.
La nueva normativa establecerá que los supermercados con más de 400 m2 de superficie (inicialmente eran 1.000 m2) tendrán que celebrar un acuerdo con una organización de caridad, para poder donarles los alimentos que iban a descartar pero que son aptos para el consumo humano.
Esta propuesta ha conseguido 170.000 firmas de apoyo en la plataforma Change.org.
El consumidor francés desperdicia cada año entre 20 a 30 kg de alimentos, lo que supone lo que supone en Francia un despilfarro de entre 12-20.000 millones de euros anuales.
La Federación francesa de minoristas no se ha mostrado muy satisfecha con la propuesta ya que defiende que solo un 5% de los alimentos que se desperdician lo hacen por esta via.
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