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Está aquí: Home / Agricultura / Sanidad vegetal / El sistema de cultivo no afecta a la supervivencia de las malas hierbas

           

El sistema de cultivo no afecta a la supervivencia de las malas hierbas

21/03/2011

Las plantas arvenses, comúnmente conocidas como malas hierbas, generan un efecto negativo en la producción agrícola. Estas especies disminuyen el rendimiento de los cultivos al competir con ellos por los recursos. Una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) revela que la biodiversidad de las malas hierbas no se ve alterada por el tipo de técnica de laboreo utilizada para los cultivos.

El trabajo, publicado en Agriculture, Ecosystem & Environment, compara tres sistemas de cultivo: el de labranza tradicional, el de mínimo laboreo y de no laboreo. Los métodos se han llevado a cabo en un sistema de cultivo de cereal-leguminosa sujeto a clima mediterráneo en la región central de la península.

Según la investigación del CSIC, los niveles de biodiversidad mantenidos bajo los tres sistemas de cosechado son prácticamente iguales. Estos valores, expresados en función del número de especies y de su frecuencia en el terreno, son de 1,26 para el laboreo tradicional, 1,29 para la conservación mínima y de 1,14 para el no laboreo, con una presencia de 30, 31 y 34 especies diferentes respectivamente. Cuantas más especies aparecen en un sistema y mayor es su frecuencia sobre el terreno, el nivel del índice de biodiversidad es más elevado.

Los datos recogidos corresponden a un periodo de 23 años, según uno de los responsables del artículo, el investigador del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC José Luis González-Andújar, “se trata de un trabajo único, ya que es el primero que estudia la biodiversidad arvense a largo plazo”. Las conclusiones alcanzadas por el equipo contradicen otros estudios previos realizados en escalas de tiempo menores. Según González-Andújar, “las perturbaciones puntuales tienen demasiado peso en valores tomados a corto plazo”. Algunos trabajos anteriores, entre los cuatro años y los ocho años de duración, sugieren que el sistema de no laboreo –el menos agresivo– es el que más conserva la biodiversidad de las malas hierbas.

El lado más bueno de las malas hierbas

La presencia de plantas arvenses se asocia a una reducción de la productividad en los cultivos, ya que compiten por los mismos recursos. No obstante, “las malas hierbas también generan un impacto positivo que tradicionalmente ha sido obviado”, explica González-Andújar. Según el investigador del CSIC, estas plantas “son beneficiosas para el mantenimiento del ecosistema agrario, ya que sirven de refugio y alimento para muchas especies de aves e insectos polinizadores”.

En opinión de González-Andújar, “no se trata de erradicar las malas hierbas, sino de encontrar el equilibrio entre una producción óptima de las cosechas y el buen funcionamiento de todo el ecosistema”. Si se tiene en cuenta que los sistemas de laboreo no interfieren en el nivel de biodiversidad, “en el futuro será necesario analizar cuál de ellos tiene un efecto más positivo sobre el rendimiento de los cultivos a largo plazo”, concluye el investigador del CSIC.

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