Foster Farms, empresa avícola californiana, de gran arraigo en el sector y con más de 70 años de trayectoria ha decidido iniciar la guerra contra la carne de pollo inyectada con agua salada. Para ello, desde este mes de abril ha iniciado una campaña informativa hacia el consumidor sobre los efectos que esta practica tiene en la carne y ensalzando sus productos, que no utilizan el mencionado sistema.
En su campaña, Foster Farms informa al consumidor de que muchas industrias inyectan agua salada a la carne de pollo, con lo que se perjudica la salud y el bolsillo de quien la compra. Con esta práctica se consigue que una ración de carne de pollo que haya sido inyectada, tenga más sodio que una ración grande de patatas fritas o más del 25% de la ingesta máxima recomendada. Un consumo excesivo de sal está ligado a muchas enfermedades.
Por otro lado, la campaña también denuncia que cuando un consumidor adquiere un paquete de carne de pollo que ha sido inyectada con agua salada, está pagando 1,15 € por paquete, simplemente por agua salada, no por carne. Según los cálculos de Foster Farms, podría llegar a suponer más de 75€ por hogar y año.
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