Málaga, 26 de noviembre de 2008. La campaña de aceite de oliva en nuestra provincia arrancó el pasado 1 de noviembre con un panorama desolador: los precios y la cosecha caen y los gastos de producción suben. Los olivareros, que parecían vivir al margen de la crisis que azota a los agricultores, se han visto envueltos en una situación desesperada y no encuentran argumentos lógicos que lo expliquen. Pero lo cierto es que la campaña descenderá un 20% su producción y se pasará de las 68.000 toneladas a 55.000 toneladas producidas en Málaga.
Baldomero Bellido, técnico de ASAJA, lamenta además la caída en picado de los precios. “El año pasado, la campaña comenzó en nuestra provincia con unos precios de 2,45 euros el kilo y en un mes subió a 2,60 euros. Este año, por el contrario, el kilo se empezó a pagar a 2,19 euros y, a fecha de hoy, ha bajado a 2,08 euros el kilo. Son unos precios ruinosos”, lamenta el técnico de la asociación agraria.
Además, los costes de recogida de la aceituna, al haber menos cosecha, se disparan. Málaga es, según Baldomero, una de las provincias más afectadas en este sentido: “Estamos más perjudicados que en otras regiones porque cuesta más recoger un árbol que está a media carga”, sentencia.
Desconcierto generalizado
La situación actual tiene desconcertados a los olivareros, que no alcanzan a comprender el motivo del descalabro. Por un lado, indica Bellido, existe un stock que ronda las 320.000 toneladas, que “aunque pueda parecer un montante elevado, resulta asumible por el mercado dada las cifras de consumo de los últimos meses”. Por otro lado, añade, “tenemos unas cifras de producción que día tras día nos hacen bajar las previsiones”, ya que aunque octubre ha sido lluvioso, noviembre se ha caracterizado por ser un mes muy seco y frío, lo que está provocando un retraso en la maduración del fruto. Es decir, el rendimiento en aceite será menor de lo habitual por estas fechas y, por tanto, habrá menos aceite de oliva. De hecho, así lo constatan los agricultores que han iniciado su recolección de las variedades más tempranas –aberquina, lechín y picual en nuestra provincia.
“Con estos datos no se explica la situación del mercado. En septiembre ya denunciamos que la elevada atomización de la oferta de aceite podría dañar al sector, pero no imaginamos este caos”, manifiesta Bellido.
El aceite de oliva es un producto que acumula elogios por sus cualidades saludables. Además, es uno de los pocos que resultaban rentables al agricultor y que genera gran cantidad de mano de obra, sin olvidar el importante cometido agroambiental que cumple. Pero este abanico de ventajas puede ir al traste si la situación no se regulariza: “Con los precios actuales multitud de hectáreas dejarán de ser rentables por la dificultad de su cuidado y, sobre todo, por el elevado coste de su recolección. Hay que sumar también los gastos de producción, ya que el abono ha subido en el último año un 70%”, indican fuentes de ASAJA.
Extremos asfixiados
Baldomero Bellido recuerda que este año entra en funcionamiento la extensión de norma del aceite de oliva y el sector espera confiado que las acciones de promoción del producto fuera de nuestro país incremente la demanda y el consumo y que se restablezca la normalidad del mercado. “La estabilidad no será posible hasta que se produzca una mayor concentración de la oferta”, aduce el técnico.
Ante el desánimo de los agricultores, ASAJA Málaga recomienda a las almazaras (principalmente cooperativas) tranquilidad en la venta para que los precios no sigan bajando y “no se pierda dinero”. La asociación agraria sugiere que se frenen las ventas hasta que los precios se recuperen garantizando la rentabilidad del agricultor. Además, solicita ayuda a las administraciones para que faciliten la agrupación y concentración de nuestra oferta.
Asimismo, ASAJA cree que la culpa de esta situación insostenible hay que achacarla a los grandes grupos aceiteros, que con sus estrategias están consiguiendo bajar el precio en origen. “Y encima, el consumidor tampoco se está beneficiando de la bajada de precios. Estamos en lo de siempre: sólo unos pocos intermediarios se llenan los bolsillos, asfixiando a los dos extremos de la cadena, el que produce y el que consume”, critica el técnico.
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