Utilizar larvas para la biodegradación de purines es el objetivo de un proyecto europeo de investigación que, una vez superada de fase de laboratorio, entra ahora en la de demostración de su viabilidad industrial. Hace unos días, la Universidad de Alicante y la Diputación provincial de Valencia presentaron una planta piloto en Castellón. La planta está ubicada en las instalaciones del IVIA en Segorbe (CITA, Centro de Investigación y Tecnología Animal) y en ella se ensayará la cría masiva de dípteros (moscas) para que sus larvas digieran los purines, convirtiéndolos en abono y evitando los importantes problemas medioambientales que generan. También se está valorando la posibilidad de emplear después las pupas, una vez transformada la larva, como alimento en piscifactorías.
Se está experimentando con insectos coprófagos, que degradan las heces de manera natural, seleccionando las especies que mejor pueden desarrollar este proceso natural, creando una especie de «bio fábricas» de compost a escala industrial. Para ello, se utilizan larvas, no insectos adultos. Tienen ciclos de vida de 4 a 12 días según la especie.
El proceso consta de los siguientes pasos: En primer lugar hay que seleccionar la especie más adecuada, algo en lo que ha trabajado principalmente la Universidad de Alicante. Segundo, comprobar que se pueden producir masivamente y que son capaces de degradar la mayor cantidad posible de residuos. Para ello los investigadores están usando todo tipo de datos, incluídas secuencias de ADN. Se trata de un proceso de domesticación, como por ejemplo se hizo hace mucho con las abejas.
El tercer paso es desarrollar las tecnologías para la producción masiva de ejemplares, millones de ejemplares en ambientes cerrados. En esta fase la UA está trabajando sobre todo con expertos eslovacos, que tienen experiencia en la cría masiva de dípteros, por ejemplo creando ejemplares estériles de moscas peligrosas (como la tsetsé) que compitan con las fértiles e impidan su reproducción.
La planta piloto funcionará en etapas. La primera es la producción por las moscas de huevos en cámaras especiales. Luego, para facilitar que los purines sean digeridos por las larvas que salgan de esos huevos, homogeneizarlos. Y por fin esperar a que la larva crezca y se alimente del purín. Dadas las características de estos animales, que explusan sus líquidos digestivos al exterior, una parte de los purines ya es compost orgánico antes incluso de que las larvas lo coman. Una vez que la larva se convierte en pupa, el siguiente estadio en su metamorfosis hacia el animal adulto, las pupas se matan, por ejemplo por congelación, y tal vez puedan emplearse como alimento para peces.
De las distintas especies de moscas utilizables unas se crían directamente en los purines líquidos y otras en semisólido. Son estas las que prefieren los investigadores, porque con ellas el ciclo es más corto.
El proyecto Ecodiptera ha sido desarrollado por un consorcio presidido por la Diputación de Valencia y cuya coodinación tecnológica ejerce la Universidad de Alicante a través de su Instituto de la Biodiversidad, CIBIO. Forma parte del programa LIFE, el instrumento financiero de la Unión Europea con cargo al cual se realizan proyectos medioambientales y de protección del medio ambiente. Ecodiptera define su objetivo como el de «reducción del impacto ambiental de las explotaciones porcinas mediante la minimización y valoración de los purines generados en granjas, degradándolos mediante procesos naturales, en concreto empleando larvas de diferentes especies de dípteros (moscas)».
Por parte de la Universidad de Alicante dirige la investigación Santos Rojo, profesor de Zoología y especialista en estos insectos. El proyecto finalizará el próximo 30 de noviembre. Según Rojo, como resultado mas importante de Ecodiptera se ha diseñado una tecnología innovadora en Europa que permite la cría masiva controlada de dípteros . El desarrollo de esta tecnología la pensamos aplicar en una nueva propuesta al séptimo programa marco de la Unión Europea y a la colaboración con empresas.
Ecodiptera representa una inversión total de cerca de 1,6 millones de euros, de los que la Comisión Europea aporta la mitad. La Universidad de Alicante lidera el grupo tecnológico, en el que participan también dos centros científicos de Finlandia y Eslovaquia.
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