Según un estudio realizado por la Fundación Wellcome, una mala alimentación de la madre durante el embarazo puede comprometer la salud de la descendencia a medio y largo plazo, predisponiendo para el desarrollo de enfermedades como la obesidad o altos niveles de colesterol y azúcar en la sangre. Curiosamente, este efecto es más pronunciado cuando la descendencia es femenina.
El estudio ha sido realizado en ratones a los que se les alimentó con dietas con alto contenido en grasa, azúcar y sal durante el embarazo y lactación a base de bollería industrial, aperitivos crujientes y dulces para emular una mala alimentación; mostrándose que la descendencia de estas madres tenía una clara preferencia por este tipo de comida en comparación con la descendientes de ratones con una alimentación normal y mayores niveles de glucosa e insulina en la sangre, con alto riesgo de desarrollo de diabetes tipo2. Estos malos hábitos alimentario se mantuvieron incluso hasta al adolescencia.
Aunque el estudio se ha realizado con animales de laboratorio, los autores piensan que los resultados son también aplicables a los humanos, ya que otros estudios indican una clara relación entre el peso de los padres y el de los hijos y que los humanos comparten con las ratas los sistemas biológicos fundamentales.
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