Investigadores japoneses han identificado un gen en los tomates silvestres que hace que el fruto tenga un sabor similar al del pepino, que al parecer fue inactivado en la domesticación de las especie.

El sabor del tomate está asociado con aldehídos de cadenas de 6 carbonos (C6), como el hexanal o el n-hexan-1-ol, sin embargo los sabores de las plantas de las familias de las cucurbitáceas, como pepinos, melones o sandías adquieren su característico sabor de aldehídos de 9 carbonos (C9).

Se ha encontrado en un híbrido del tomate silvestre Solanum pennelli con tomate doméstico la capacidad de hacer estos aldehídos de 9 carbonos, típica de las cucurbitáceas, que no se conocía hasta ahora en tomate. Este trabajo puede abrir la vía para obtener tomates con nuevos sabores, más atractivos para el consumidor, a pesar de que el híbrido inicial conseguido tiene un sabor extraño y repelente.