COAG ha puesto en marcha hoy con motivo de la inauguración de Fruitlogística 2007 su campaña de denuncia de los métodos de producción empleados en Centroeuropa con el reparto de 5.000 carteles entre los asistentes. Los responsables nacional y regional de Frutas y Hortalizas, Eduardo López y Andrés Góngora, respectivamente, se han desplazado hasta la capital alemana para dar a conocer el grave perjuicio medioambiental que provocan los sistemas de producción de frutas y hortalizas utilizados en algunos países centroeuropeos.
Bajo el lema “Por una agricultura sin emisiones”, la campaña desarrollada en varios idiomas hace referencia a la insostenibilidad de los métodos de producción que utilizan estos países. COAG demanda, por lo tanto, una legislación comunitaria que regule y limite las emisiones de los invernaderos. Además, solicita que las cadenas de distribución incluyan en el etiquetado de sus productos la “huella ecológica”, es decir, la cantidad de CO2 y el coste energético que ha supuesto su cultivo. De ese modo, los consumidores podrán elegir aquellos productos que sean medioambientalmente sostenibles ya que la etiqueta reflejaría el coste para el ecosistema de ese cultivo. En este sentido, España es el país europeo cuyos cultivos dejan una menor “huella ecológica” al hacer un uso racional y sostenible tanto de los recursos naturales como energéticos, un hecho que denota, por ejemplo, la optimización del uso del agua que se realiza en Almería, lo que sin duda rompería muchos mitos creados sobre el impacto de la agricultura intensiva almeriense en el entorno.
En este sentido, las primeras reacciones a esta campaña no se han hecho esperar. En la tarde de ayer, la Embajada de Holanda en Madrid se apresuró a enviar un fax a COAG Almería en contestación a los datos ofrecidos, lo que demuestra la preocupación existente –se da la circunstancia que es el país anfitrión de este año en Fruitlogística– ante la denuncia realizada por la organización agraria. Según los datos recabados por los Servicios Técnicos de COAG Almería, el uso de sistemas de calefacción en las explotaciones agrarias europeas triplica las emisiones de CO2 a la atmósfera. Un agricultor centroeuropeo emplea 17.712 kilos de combustible al año para calentar una hectárea de cosecha, lo que significa que en países como Alemania y Holanda se necesitan 0,32 kilos de gas propano para producir un kilo de hortalizas. En opinión de COAG, se trata de un coste energético desproporcionado e insostenible, que constituye un auténtico atentado contra el medio ambiente.
Alrededor de las grandes capitales de Europa han proliferado en los últimos años invernaderos que queman gas y combustibles fósiles durante varias horas al día (en invierno, durante las 24 horas) y que contribuyen a aumentar el efecto invernadero. La superficie invernada en Europa (sin contar España) es de 65.832 hectáreas. Con el cambio climático ocupando las agendas de los políticos europeos y las emisiones de CO2 en el punto de mira, parece oportuno cuestionar los métodos productivos menos sostenibles. El daño que producen este tipo de emisiones es incalculable, ya que los gases utilizados para calentar un invernadero en Europa se convierten, a través de su combustión, en CO2 y otros gases contaminantes que se esparcen por la atmósfera, aumentando el efecto invernadero y contribuyendo al calentamiento global del planeta.
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