La adversa climatología que este verano ha afectado a parte de la Unión Europea ha reducido su cosecha total de cereales en 12 millones de toneladas. El 50% de esa disminución corresponde al trigo blando, cuya cosecha comunitaria ha disminuido en más 6 millones de toneladas (de 115,3 millones de toneladas en 2005 a 108,9 en 2006).
Esta situación, unida a la sequía que ha reducido sensiblemente la cosecha en Estados Unidos y Australia (principales exportadores mundiales) y a las extremas condiciones climáticas que afectaron el invierno pasado a Rusia y Ucrania, llevará, según el Consejo Internacional de Cereales, a una sensible reducción de la cosecha mundial de trigo del orden de 30 millones de toneladas (de 618 en 2005 a 588 millones de toneladas en 2006).
Los stocks mundiales de trigo se encuentran en los mínimos de las dos últimas décadas y las cotizaciones internacionales están experimentando fuertes subidas en todos los mercados.
Si bien la calidad de la cosecha comunitaria de trigo parece correcta, en términos generales, para atender las necesidades de los clientes, la reducción de la producción está afectando a los precios del trigo blando, que dependiendo de los orígenes y las calidades han aumentando sus cotizaciones entre el 20% y el 40% respecto al año anterior.
Debe recordarse que el coste del trigo en la fabricación de harina representa entre el 75% y el 80% de los costes totales, motivo por el cual parece probable que las industrias intenten trasladar a los precios de venta los aumentos de costes que experimentan.
El sector harinero español cuenta en la actualidad con 180 centros de transformación repartidos a lo largo de toda la geografía española y moltura anualmente cuatro millones de toneladas de trigo blando (aproximadamente 50% español y 50% de importación).
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