Los trigos obtenidos por el Centro Mundial de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT) en los años 50 supusieron la punta de lanza de la llamada “Revolución Verde” que multiplicó los rendimientos de la agricultura mundial, al utilizar variedades enanas y semienanas que producían más grano y menos paja y eran resistentes a enfermedades.

Si bien la “Revolución Verde” supuso un hito en la agricultura mundial al permitir producir mucho más alimento utilizando la misma superficie agrícola, tuvo un aspecto negativo al reducir la base genética de los cereales, sustituyendo las antiguas variedades heterogéneas por las modernas, de plantas uniformes. Este fenómeno conocido como “erosión genética” es una de las principales preocupaciones que hace necesario tomar medidas adicionales para proteger la biodiversidad agrícola.

El CIMMYT adoptó hace unos años una estrategia para paliar este efecto y puso en práctica una estrategia para preservar la biodiversidad en el material genético que suministra, como la de utilizar como incorporar materia genético de parentales de especies de trigo silvestre. Las primeras variedades derivadas de esta estrategia están ya en fase comercial.

En un estudio se ha comparado la diversidad genética de los trigos antiguos, las variedades actuales más extendidas y las nuevas variedades del CIMMYT, comprobándose que estas últimas tienen incluso más diversidad genética como las variedades antiguas anteriores a la “Revolución Verde”.