Los ganaderos frecuentemente inyectan oxitocina a las cerdas durante el parto, bajo la creencia de que así todo irá mejor, las madres estarán menos fatigadas y un mayor número de lechones vivirán tras el parto. Sin embargo, Mike Tokach, de la Universidad del Estado de Kansas (EEUU) considera que por el contrario, un mal uso de esta hormona puede aumentar el número de lechones muertos.

La hormona oxitocina es responsable de las contracciones de útero y de la subida de la leche. Si esta hormona se administra demasiado pronto, se puede inducir la producción de contracciones antes de que los lechones estén preparados para nacer. Estas contracciones pueden provocar rotura del cordón umbilical y la muerte de los fetos.

Estudios recientes muestran que el 75% de los lechones nacidos muertos ocurren después de que nace el octavo, en las cerdas a las que no se le ha administrado oxitocina. En cerdas a las que se les ha proporcionado una dosis, el porcentaje se incrementa a un 88%.

A las cerdas primerizas, el Prof. Tokach no recomienda que se les administre oxitocina. Estas cerdas también pueden tener problemas de parto, pero suelen ser por falta de espacio en el canal del nacimiento y no por falta de contracciones. Unas contracciones inadecuadas, unidas a la falta de espacio, añaden presión a los lechones y pueden romper el cordón umbilical.

El Prof. Tokach recomienda que se use la oxitocina cuando la cerviz esté totalmente dilatada. Se debería usar una dosis de 0,5 cc con un máximo de dos dosis por cerda. La dosis no debería inyectarse hasta que transcurran 40 minutos después de que hubiera nacido la mitad de la camada (el sexto lechón). El intervalo medio entre los nacimientos de los lechones es de 30 minutos. Por este motivo, si transcurridos 40 minutos, no hubiera nacido el séptimo lechón, sería el momento de inyectar la hormona, porque la cerda podría estar ya fatigada.