La demanda del consumidor en relación con el porcino ha cambiado mucho en los últimos 20 años, por lo que la producción y comercialización del porcino también ha tenido que modificarse para adaptarse a estos cambios. Actualmente, el consumidor prefiere productos frescos a lo largo de todo el año, es mayor su tendencia a adquirir productos precocinados que son más rápidos de preparar, prefiere productos con marca a sin marca, cada vez compra más en grandes supermercados, come más fuera de casa y busca más mercancías producidas de una manera responsable. Estas son las principales conclusiones de un estudio llevado a cabo por el Instituto Heartland de EEUU.
Ante este cambio en el consumidor, el productor se ha ido haciendo cada vez más especializado y eficiente. La industria, por su parte, ha aumentado su integración vertical. Según el estudio, la integración beneficia al consumidor porque aumenta la calidad del producto y reduce su precio. También es beneficiosa para el producto porque crea nuevas oportunidades para especializarse, reduciendo el riesgo.
Uno de los puntos que destaca el estudio es que cualquier intento de prohibir el uso de contratos de producción y comercialización de cerdos dañaría a ambos contratantes. El negocio de la producción porcina es un negocio de riesgo y los contratos sirven para permitir que los productores de pequeño y mediano tamaño puedan ser más competitivos.
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