España es desde 1995 el primer país productor de forrajes desecados de Europa con más de dos millones de toneladas anuales, lo que representa algo más del 40% de la producción total de la UE. La elección del Sr. Catalán confirma este liderato productivo en el momento en que el sector prepara su adaptación para la nueva Organización Común de Mercados que entrará en vigor el 1 de abril de 2005.
Pedro Catalán cuenta con una experiencia de más de veinte años tanto en el mundo de la deshidratación como de las cooperativas. Entró en la Asociación Española de Deshidratadores de Alfalfa como representante de las cooperativas transformadoras de forrajes de Aragón. Después de haber formado parte del Comité Directivo varias veces, fue elegido presidente en el año 2000, fecha en que se firmó el Protocolo de Asociación entre AEFA y la CCAE. En el año 2002 su candidatura volvió a resultar elegida, esta vez con una duración de cuatro años. Favorecer la unidad del sector, a través del diálogo y de la cooperación, ha sido una de las constantes de su acción como presidente. Asimismo, ha trabajado con tesón para que el sector sea conocido por su transparencia y profesionalidad.
Al frente de la CIDE, sus objetivos serán muy similares a los que ha perseguido en España. La Comisión Europea tiene previsto evaluar el funcionamiento del sector en el año 2008. Como presidente de los deshidratadores europeos, el Sr. Catalán piensa hacer todo lo posible para preparar ese momento fomentando la competitividad del sector. El sector de los forrajes desecados aporta una proteína vegetal para la alimentación animal que es muy apreciada por sus contenidos de fibra y energía. Estas propiedades la convierten en un complemento esencial de las dietas de alto rendimiento, sobre todo en el caso de rumiantes.
Junto al resto de las organizaciones del sector, cooperativas y sindicatos, la CIDE defiende ante las autoridades comunitarias la necesidad de asegurar una oferta estratégica de forrajes desecados en el mercado de la UE. No hay que olvidar que Europa apenas tiene cubiertas el 25% de sus necesidades de proteína vegetal para la alimentación animal. En el pasado, esta dependencia exterior y la necesidad de recurrir a productos de calidad inferior han provocado graves problemas tanto económicos como de seguridad alimentaria. Por otra parte, tampoco se pueden olvidar las contribuciones de esta actividad agroindustrial al medio rural y su entorno.
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